Ojalá existiera una guía similar a la creada para entender a tu pareja por el Dr. John Gray titulada “Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus” que nos ayudara a tomar conciencia del cisma que hay entre la clase política y la ciudadanía de a pie para llegar a un entendimiento. Sanchez (PSOE), Casado (PP), Rivera (C´s), Iglesias (Podemos) o Abascal (Vox) podrán tener ideas políticas diametralmente opuestas pero todos tienen un nexo en común: se olvidan de los problemas reales de las personas y cada día se alejan más de una sociedad de la que solo se acuerdan cuando llega un periodo electoral.
El salario mínimo que cobras o la cuota de autónomo que pagas, el precio del alquiler, de la hipoteca o la factura de la luz, los impuestos que te retienen o los tributos de los productos de primera necesidad, la pensión que ingresas o si acaso recibirás alguna cuando te jubiles son solo algunas de las cuestiones esenciales que determinarán tu día a día si uno u otro candidato a la presidencia -y sus respectivos socios de Gobierno- llega al Palacio de la Moncloa.
La desconfianza hacia un liderazgo que se ha mostrado incapaz de evitar el drama del independentismo desbocado ha crecido y ha incrementado el rechazo de los españoles a una clase política que roba, miente, gobierna mal, descuida el bien común, antepone sus intereses a todo lo demás e incumple su deber de hacer cumplir la ley y construir una sociedad justa y decente. Políticos, poderosos medios de comunicación y la maquinaria macroeconómico nos ningunean y manejan desde las corrientes de opinión hasta los más mínimos detalles de nuestras vidas para evitar que nos salgamos de sus programas ya predeterminados.
En un ensayo publicado por el sociólogo Andrés Villena, titulado 'Las redes de poder en España' se desvela que gran parte de las políticas que se siguen en España no son consecuencia de los deseos de los votantes ni de la ideología declarada de los partidos políticos. Vivimos en una democracia que no es sino un decorado de cartón piedra en la que detrás de todo esto la tramoya de esta ópera bufa que es el régimen del 78.
Dice el periodista gaditano y corresponsal de guerra, Francisco Rubiales Moreno, en un artículo titulado: "España se debilita y se diluye: políticos y ciudadanos, alejados y en conflicto" que "El creciente independentismo, la desobediencia a las leyes, el fraude fiscal, la división y una buena parte de los problemas económicos y de convivencia que están afectando a España se deben al rechazo ciudadano a sus dirigentes y al fracaso de los partidos y de sus líderes. Lo reflejan las encuestas y el creciente sentimiento de indignación. La existencia de ese divorcio es la más patente e hiriente prueba de que la clase política española ha fracasado y debe marcharse para dejar sitio a personas distintas y mejores, menos arrogantes, egoístas y corruptas, más éticas, decentes y con sentido del servicio y el honor. Como están las cosas, con una sentimiento creciente de rechazo y hasta odio de los ciudadanos hacia sus políticos, el país camina hacia el desastre y quizás hacia el enfrentamiento civil. Pero incapaces de asumir su rotundo fracaso y de reconocer que ya no despiertan entusiasmo, ni adhesión y merecen la confianza en amplias capas de la sociedad, se niegan a reconocer esa realidad y no saben hacer otra cosa que huir hacia adelante y una parte importante del pueblo no se sienten representados y se han cansado de soportar que diputados y senadores rindan cuentas a sus partidos, nunca a la ciudadanía".
Estas redes de poder tienen también como eje decisivo de control los medios de comunicación, tanto públicos (a través de los partidos políticos) como privados, a través de su participación directa en el accionariado, del endeudamiento de estos medios, de la publicidad institucional y de la gran publicidad privada. Con esto pueden dictar, en gran medida, de qué se habla y de qué no se habla, con lo cual pueden dirigir en buena medida a la opinión pública, alzar a unas fuerzas políticas y hundir a otras. Echando un vistazo a los tertulianos de los debates televisivos son los mismos personajes que saltan de una tele de un color político a otra contraria para abordar siempre los mismos temas.
Decía el sociólogo y politólogo alemán, especializado en el comportamiento político de las élites intelectuales, Robert Michels, que “la ley de hierro de la oligarquía determina el funcionamiento de los partidos políticos, dentro y fuera de nuestras fronteras”. Es la cúpula la que decide la estrategia y, como resulta lógico y natural, el principal interés al que atiende es el suyo propio, y no el general del partido, y menos aún el del país. Y no solo en los partidos liberales, que creen en los beneficios generales, visibles e invisibles, derivados de la satisfacción de los intereses egoístas, sino también en los socialdemócratas, en los populistas y en los comunistas, como estamos hartos de ver.
Retomando el libro del sociólogo Andrés Villena, dice que el proceso de toma de decisiones no puede ser más desolador. Nombra a una serie de personas en la élite que funcionan como una red que se autorreproduce en el tiempo ocupa los cargos más importantes en las grandes empresas del país, en los partidos políticos y en los altos cuerpos de funcionarios y abogados del Estado, jueces, fiscales, catedráticos de universidad e inspectores de Hacienda. Se trata de personas de enorme poder, que se mueven de unos puestos a otros, muchas veces compaginando varios de ellos, y que tienen estrechas relaciones de amistad y familiares entre ellos. Comparten clubes de reunión (como por ejemplo el Club Puerta de Hierro de Madrid) y se educan en determinadas instituciones (como el Colegio del Pilar de Madrid). A lo largo del libro aparecen la mayoría de nombres conocidos de la escena pública y de la empresa privada: Luis de Guindos, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Nadia Calviño, Pedro Morenés, Jordi Sevilla, Pedro Solbes, Cristóbal Montoro, Cristina Garmendia, David Taguas…